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  • Foto del escritorEcos

Lo que la pandemia se llevó

Actualizado: 21 ago 2020


pintura de: Egon Schiele

Por: Euterpe


“Aunque tenga que matar, engañar o robar a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre”

(Scarlet O´Hara)


El negocio marcha bien, para aquellos emisarios de Calígula, para aquellos que por “voluntad popular” dicen llamarse “pater patriae”.


¡Cuántos pandémicos han sido arrastrados por Caronte! ¡Caronte no quiere que suban a su barca, quieren subir de gratis. No tienen ni medio centavo para pagar el viaje sin retorno al Hades. La pandemia se llevó el aliento de vida, más los emisarios de Calígula se apropiaron del dinero de los pandémicos.


La pandemia tomó lo suyo, los “pater patriae” también, abusando del poder que les da su cargo de… protectores, de servidores del pueblo.


Platón estaba demasiado cerca de los dioses, de los mitos, del mundo de la tragedia, mas tu y yo estimado lector, vivimos cada día la tragedia. Estamos encerrados en esta cueva Platónica, más no encadenados, más no ciegos.


¡Cuántos pandémicos han muerto! Cientos, miles; el pueblo los llora, los emisarios de Calígula, sin embargo, dicen ¡Me da igual cuantos sean, el número no importa!


La pandemia se llevó mi madre, mi abuelo, mi amigo, mi vecino. Se llevó mi confianza en aquellos que no creí que desconfiaría en ellos.


La pandemia se llevó la certeza de que vivo en un país cuyo infame gobierno, no es de este mundo, pertenecen al Averno, porque los emisarios de Calígula además de dedicarse a la vida política, se han destacado siempre por su” ineptitud y negligencia” por su carencia de honradez y verdad las cuales han sido desplazada por su horrenda sed y avaricia a la sangre de nuestro pueblo. La pandemia se llevó las lágrimas de una madre que no puede darle cristiana sepultura a su hijo, se llevó la distancia, la sonrisa y el amor entre los enamorados.


Se llevó el sudor, de muchos Hércules valientes que se levantaban cada mañana para buscar el pan nuestro de cada día. ¿Dónde están? Vuelvan a la vida como Perséfone.


Se llevó al amigo de la esquina, a la señora que vende periódicos, a la niña que jugaba a las “comiditas” jugaba a creer que en su casa tenía la mesa llena de alimentos.


La pandemia se llevó los siete hospitales móviles, se llevó mi mascarilla y la suya mí querido lector, se llevó los ventiladores mecánicos para que doña Úrsula lograra respirar. Se llevó las pruebas de hisopado, se llevó mi entusiasmo a rimar. Y ahora…y ahora que..

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