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Cosas de la aldea


Por: Reina Ramírez


Siempre que llega en triunfo un invento nuevo, no falta quién lo atribuya a maldades del Espíritu Malo. Así fue cuando se instalaron las primeras líneas telegráficas en tiempo de Soto los campesinos cortaban los postes, una vez que se convencían con sólo pegar a ellos el oído, de que aquello era aparato de brujos.


Así cuando llegó el primer automóvil, pues algunos ingenuos no se imaginaban que el armatoste anduviese sin llevar un toro bravo adentro de la máquina….Es del dominio público el chiste que voy a relatar. Uno de los personajes es un mecánico extranjero que iba piloteando el auto que acababa de recibir; el otro es un bobo a quien no es fácil ahorcar por cuarenta mil pesos.-Si ya veo la diferencia que hay entre este carruajito y ese automóvil. Si, el motor..


-Pues si quiere puede pedir por mi medio un automóvil de la última marca, que tenga los cilindros bien y una bocina que se oiga a media legua…


- Bueno. Pídame el automóvil. Pero no se le olvide: que tenga motor. . . . Hay otro episodio respecto a la luz eléctrica.


El día que el servicio se instaló definitivamente, Administración General Bonilla, dos indios de La Cuesta a metafisiqueaban acerca del foco Edison.


-Hombre compadre, yo creigo que esto es pura cosa del diablo. Porque vea bien cómo se apaga y se enciende esa luz.


-¡No, compadre, qué va a ser cosa del diablo! Eso es mecánico……


-¿Pero no está viendo que se enciende de repente, como si estuviera empautado?.


-¡Ah, mi compadre tan bruto! ¿No ve que es la misma luz de gas que la están echando por telégrafo?

Fuente: Valle, Rafael Heliodoro. Anecdotario de mi abuelo. P.69.1ª.ed.-Tegucigalpa: Litografía López, 2003.

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