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Te cuento mi cuento


Por: Reina Ramírez


Como Pata y Pita no hay, son las aves más alocadas que jamás haya visto, una mañana, abrí su jaula y Pita extendió sus alas verdes con tonos azules, y se alzó por el aire como demostrando su completa libertad, libertad que me falta. En cambio, Pata salió de la jaula con cierta pereza, comiendo sus uñas. Tomé un alicate para cortar sus uñas, pero Pata horrorizada surcó los aires, me vio como sujeto de amenaza, creyendo que cortaría sus alas, eso pensó. ¡Parecías un ser normal, pero no puedes evitar tu naturaleza humana, con su típica despersonalización de amor. Pertenezco a una generación que ha sido acorralada, exhibida y extinguida. Ciertamente la benevolencia no es tu fuerte, quizá un día el mundo sea foucauliano! Exclamó Pata. Alcanzó a Pita y amabas siguieron su rumbo.


Pata y Pita hicieron un alto, en el Parque de Aves Guacamaya, en Copán. Para saludar a sus amigas, que se encontraban de fiesta, Comalita una Guacamaya que tenía por hábito hablar y hablar, les dijo a sus amigas.- ¡Amigas, que les parece mis uñas, están hermosas verdad! Portaba unas gafas oscuras cual estrella de cine. -Deberían quedarse, estamos de fiesta somos las reinas de todo Copán, nuestras imágenes están por todos lados, en murales, en negocios y en algunas paredes de casas. Pita respondió ¡nuestro destino no es éste Comalita! ¿Y cuál es su destino? preguntó Comalita un tanto burlona. Pero Pata y Pita alzaron vuelo y siguieron su camino hacia Tikal, en busca del ingenuo Rigel, un Quetzal amable pero gruñón, para que les proporcionara alimento y abrigo, para su largo viaje a su no destino. Rigel las recibió extendiendo sus alas verde esmeralda, invitándolos a su tronco hueco, Pita como es muy sociable hizo muchas amistades durante los dos días que disfrutaron de la hospitalidad del gruñón Rigel. Cuando ambas aves se despidieron del ingenuo Quetzal , éste les dijo con gran esperanza. ¡Tal vez a su regreso, me encuentren como el máximo rey de Tikal, los humanos me adoran! Pata, le respondió- ¡Rigel amigo mío, tienes nublada la razón, el problema del humano es que son inhumanos! Rigel contestó…. ¡Pata deja de leer tanto a los estoicos, necesitas leer más a los epicúreos! Pata dijo: ojalá esté equivocada, pero los humanos se devoran entre ellos cuando quieren y como pueden. Rigel les entregó hojas secas como abrigo y un manojo de saltamontes frescos atados con una ramita caída de un árbol de hule.


Nuestras aves alocadas llegaron a Morelia para visitar a sus amistades que un día fueron enemigas, gracias a los duros debates foucaulianos de Pata con las mariposas Monarcas. Crisol una mariposa monarca y engreída, les dio la bienvenida, empezó con un: No saben hasta qué punto he pensado en usted, amigas. Me imaginaba verlas en un museo de esos que exhiben toda clase de bichos raros y feos. Pata afilando sus uñas hizo un gesto desagradable para Crisol,- respondió: estás osando en hablar de tu propio destino Crisol, destino del que no te libraras, dices y repites en todos los tonos posibles tú deseos, podría incluso asegurar que de este invierno, no pasas.-Crisol con gesto molesto he incomodo respondió a Pata: deseas que mi historia se detenga, pero confío en mi suerte y…. pero Pata interrumpió: eres tú quien se ha quedado anclada en la provocación.


Pita tomando un tazón de pinole caliente y humeante, les dijo: Ambos están acorraladas en sus discusiones que pareciera que viven por y para ello. ¡Salud por los buenos y malos tiempos!


Al siguiente día Pata y Pita se marcharon hacia el sur a las Islas Galápagos, allí bebieron y disfrutaron con sus primos Ollanta y Tarsicio, dos piqueros patas rojas, pero estos amigos en su borrachera se aventuraron a la Islas de Pascua a seguir con su bebiata, a disfrutar del exquisito frio como del acogedor calor. Ollanta y Tarsicio cuando posaron sus patas en un peñasco, sorprendentemente de las alas de ambas aves salieron Pata y Pita, habían tomado tanto vino que perdían el equilibrio al extender sus alas.


Los cuatro amigos disfrutaron tomándose unas selfies en las grandes cabezas de los ‘’Moais’’ y como no soportaron las miradas de los curiosos turistas se marcharon a los Andes y quedaron atónitos cuando vieron volar de forma veloz y a mayor distancia que ellos al Cóndor andino, el que muchos llamaban Heguel. Decidieron seguirlo, alcanzarlo pero… fue imposible, en tanto iban bajando su velocidad, encontraron un canario azul llamado Deleuzinho, que se dirigía a la Amazonia brasileña. Pata y Pita al cruzar por los verdes bosques quedaron maravilladas por tanta pureza verdosa. Pita exclamó: esto es

verdaderamente hermoso, es el paraíso… Pata bajó sus alas y exclamó con cierto tono de añoranza - extraño nuestro hogar, extraño a Dania, quiero ir a casa de nuevo Pita-.


Pita de forma reflexiva extendió sus alas y dijo: Pata porque no vamos a visitar a nuestras amigas las Ocas a Canadá y luego disfrutaremos viajando por las montañas Rocosas para ver las competencias de carrera que hacen los correcaminos y…. ¡No! replico Pata. llevando su pequeña ala al pico de Pita, -escúchame hemos saltado de lugar en lugar y nadie nos recordará, así como el viento que transporta semillas y del que nadie habla, así son nuestras vidas, quiero volver a casa, quiero volver con nuestra amiga, Dania-


-Acuérdate de la trifulca que tuvimos con Doroteo el papagayo que te tumbó con un aletazo, llegamos heridas a casa y Dania con sus cuidados nos alentó. Pita voy a mi casa, a Honduras-Y cuando Pita vio de lejos a Pata, ella alzó el vuelo alcanzando a su amiga.

Al surcar el cielo de Honduras, vieron el inmenso encanto de éste, sus ríos, sierras, montañas y tierra, tan hermoso, encantador como sufrido y golpeado. Entraron por las ventanas y Dania los recibió con semillas frescas y agua.

Pata con ojos de admiración le dijo a Dania: No se te puede olvidar tan fácil, eres como el olivo cuando cae al suelo, que germina y da su brillo a la tierra.

Dania, encantada por las palabras de Pata, le dijo: No te esfuerces en expresar tus sentimientos, aquí estoy y estaré cada vez que vayas y vuelvas.

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