Por: Tatiana Sánchez
La casa luce vacía aunque
Por hoy, haya celebración.
Hay algo en el aire,
un olor casi imperceptible pero
amargo, putrefacto y lánguido.
Los retratos antiquísimos
que cuelgan de un hilo en la pared
hoy me miran
Y me ven vacía,
Las palabras de los libros se vuelven líquidas,
No las leo, no las comprendo,
juegan a una eterna sopa de letras .
Empiezo a olfatear cautelosamente mi cuerpo:
dedos,
Manos,
brazos,
senos y
genitales.
pero no es mi peculiar olor a muerto.
Es algo disímil.
- Si no soy yo, es algo más-
He visto pasar una sombra entre la multitud,
Una sombra escurridiza y con cola de reptil,
El hedor me ayuda a localizarlo
Y ahí entre la multitud sorda
observé horrorizada
cómo la muerte vestida de sombra
enguía tenaz y deliciosamente un alma,
no sé de quién, no sé por qué…
perpleja e incrédula
trato de articular palabras
pero mi voz no funciona
y una lágrima se queda atrapada
en el espacio cóncavo de mis labios.
No intento correr o escapar,
Tengo enfrente de mis narices a la muerte.
El olor se vuelve más fuerte y repugnante
Nadie más lo percibe. - Estoy segura-
El aire se vuelve gélido y espeso,
Una sensación de náuseas se apodera de mí
Y hasta parecen volar aves de rapiña
Gruñendo por un pedazo de carne putrefacta.
Ella, impasible, infinita y misericordiosa
Mirándome a los ojos dijo:
- Alguien debía tomar tu lugar-
Y de inmediato volví a la vida.
Comments