Por: Elvia Villarreal De León
Igual que cada mañana el día se asoma por la ventana, es algo rutinario en el que no hay nada extraordinario, como eso siempre pasa, la reacción es nula o escasa. Muchos agradecen tener un día más de vida y otros andan siempre con la prisa, pero no he conocido a alguien que le de la bienvenida de una forma más que debida.
El día me recuerda cómo la vida no está cuerda, creí que yo estaba loca o tal vez es cómo mi mente la enfoca, pero antes de que brille el sol la obscuridad está alrededor, antes de reír y gozar casi siempre tenemos que llorar. Esto es más profundo que una simple frase, viene siendo una especie de enlace, todo mundo lo dice pero nadie realmente lo vive, no se trata de ver las cosas pasar, se trata de cada segundo sentir, sufrir o gozar.
Mientras los días corren sólo esperamos que las cosas mejoren y muchas otras nos suceden, yo tuve que detener mi marcha cuando mi sendero se llenó de escarcha, aprendí a valorar todo lo que me podía encontrar, aprendí que el amor no sólo vive en el corazón sino que vive en cada suspiro, en cada gota de rocío, en cada lágrima derramada, en cada historia no contada, vive en un gran todo y en absolutamente nada.
Cada día al despertar me recuerda que la vida es eso y más, que la vida no es sólo obscuridad y sombras o claridad y buenas obras, me recuerda que somos humanos y que siempre podemos equivocarnos, que nuestra misión es vivir, con alegrías y amor o con penas y dolor, el sendero que seguimos es nuestra decisión….
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