Carta al mar
- Ecos
- 23 sept 2020
- 1 Min. de lectura

Por Tatiana Sánchez
Llevo tu fierro, aroma y salitre tatuado en mi pecho,
Por piedad
No la arranques nunca de mí.
Te pertenezco.
Hay una ráfaga de viento bufona
que juega a ser Dios y crea mandalas con tu nombre.
Trae tu corazón a mi corazón.
Irá siempre conmigo.
Toma de mis venas toda la sangre que quieras
Bébela,
Tírala
Enjuaga tu boca con ella,
Haz lo que quieras.
No me importa.
Ven y posee este cuerpo terrestre
Que al ocaso te busca con ansia
Y grita con desesperación tu nombre.
Nada en este manantial que nace entre mis piernas y
Criaturas maravillosas,
Malignas
Míticas
Horrorosas.
Todo mi ser te obedece.
Ven coloso mío y envuélveme en tu oleaje
Arrulla con la blanquecina espuma
Esta pobre alma desnuda.
Huérfana.
Dame se tu halito infinito
Para respirar profundo y sobrevivir.
No me dejes a la deriva de este mundo que claudica.
Es una porquería.
No me dejes sin el abrazo eterno de tus siglos.
Ven,
Arrástrame
te entrego para siempre todo mi ser.
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